—¡Ah, señor! Qué suerte la suya. Si es cierto lo que dicen, los viajes son la
mejor escuela. ¿Opina usted lo mismo, señor?
Hago un gesto vago. Afortunadamente no ha terminado.
—Ha de ser una conmoción tan grande. Me parece que si alguna vez tuviera
que hacer un viaje, antes de partir consignaría por escrito los menores rasgos de
mi carácter, para poder comparar, a la vuelta, lo que era y lo que he llegado a ser.
He leído que algunos viajeros habían cambiado tanto, en lo físico y en lo moral,
que a su regreso los parientes más cercanos no los reconocían.
[Fragmento La Náusea]
Anuncios